Carta de un sportinguista
Acabo de llegar de Madrid. Hace apenas quince minutos que me he bajado del autobús de la Peña Sportinguista.
Lo normal, sería que me fuera a la cama, después de un día tan cargado, en todos los sentidos y de un viaje de casi 6 horas. Pero hoy ha sido distinto y no voy a ir a dormir hasta que pueda contar aquí mis sensaciones.
Mi equipo, el Real Sporting de Gijón, acaba de ser goleado por el Real Madrid, por siete goles a uno. Hace tres días, 1-6 en El Molinón. Cuatro partidos, 0 puntos.
Pero a pesar de estos números, mi sensación hoy no es de derrota. Y es que lo vivido esta noche en el Santiago Bernabéu ha sido increíble.
Ya se pudo ver también el otro día en El Molinón frente al Barça y todos estos años de atrás con todas las mareonas que inundaron de rojo y blanco las distintas ciudades de España que visitaba el Sporting durante su larga estancia en la segunda división.
Aunque lo de hoy, repito, hace que mi corazón y mi cabeza no se hundan en el desánimo, porque seguro que esta afición empujará a nuestro equipo a lograr la salvación.
Todos los presentes esta noche en el Santiago Bernabéu pudieron ver a una afición, llegada en un día laborable desde 500 km y arropada por innumerables asturianos y sportinguistas residentes en Madrid y alrededores, que situada en el cuarto anfiteatro del fondo norte y salpicando en pequeños grupos, todas la gradas y rincones del estadio, animaron sin cesar, antes y durante el partido, a pesar de los goles que poco a poco iban llegando.
Pero lo mejor estaba por llegar. Cuando el colegiado señaló el final del encuentro, se vivieron unos momentos que nunca olvidaré.
La gente del Sporting seguía cantando y mientras abandonábamos el campo, todos seguíamos cantando. Sin parar. Los Sportinguistas íbamos saliendo y concentrándonos en la calle, detrás del fondo norte, donde esperaban los autobuses, agitando las banderas y bufandas, entre abrazos, lágrimas y saltos, pero sin parar de cantar. Así durante casi media hora.
La gente del Madrid no daba crédito y aplaudían y hasta los antidisturbios, que protegen la salida de los autobuses, sonreían y a alguno se le escapó: "ya los ví en Salamanca, son la mejor afición de España".
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Asturies35 -